¿Tus plantas han amanecido marchitas tras una noche de invierno o el paso de un frente polar? ¿Se ven las hojas ennegrecidas, deshidratadas, quemadas por el frío? Estás ante los efectos de una helada. Aunque el primer impulso sea coger las podaderas y eliminar las partes afectadas, conviene tener paciencia. Es muy importante esperar para saber dónde y cuánto cortar.
Según su grado de rusticidad, es decir, su resistencia a las bajas temperaturas, y su momento de desarrollo, las plantas pueden verse afectadas en menor o mayor medida por las heladas, que se producen en el otoño, el invierno e incluso la primavera, esas heladas tardías especialmente perniciosas porque afectan las yemas y brotes nuevos, las flores y los frutos en desarrollo.
A medida que las temperaturas descienden respecto al umbral de sensibilidad de la planta, empieza a debilitarse su actividad funcional, sus equilibrios biológicos se alteran y finalmente se produce la muerte celular y la destrucción de los tejidos vegetales. Hay plantas, como las coníferas en general, que pueden resistir fríos fuertes, en cambio otras, como las especies que proceden de las regiones tropicales, empiezan a sufrir apenas las temperaturas bajan de 5º. Por eso es tan importante escoger para el jardín y la terraza al aire libre plantas con la rusticidad adecuada para la zona, caso contrario sufrirán las heladas e incluso podrán morir por su causa.
En la mayor parte del territorio de la Península se registran temperaturas mínimas de -12º a -7º (zona 8) y -7º a -1º (zona 9), por lo tanto se trata de heladas medias. Las fuertes se registran en las áreas de alta montaña: -17º a -12º (zona 7). En las costas cantábrica y mediterránea y las islas Baleares, donde el termómetro apenas baja de -1º (zona 10), las heladas son suaves, y las Canarias y algunos puntos de Andalucía (zona 11) están libres de ellas (fíjate en el mapa de las zonas de rusticidad de España que publicamos en Verde es Vida nº79, página 8).
Tipos de heladas
Las heladas suelen producirse cuando la mayoría de las plantas están en reposo o parada invernal y, por lo tanto, en mejores condiciones para soportar el frío. Sin embargo, aunque la especie esté preparada para tolerarlo, la planta puede verse seriamente dañada si aún no se ha endurecido lo suficiente porque es joven, o una helada tardía la sorprende en plena brotación de primavera. Los tejidos jóvenes y los órganos ricos en agua son particularmente sensibles al frío, de ahí el efecto pernicioso sobre el follaje nuevo, la floración y el cuajado de los frutos.
• Según las características visibles del fenómeno se suele hablar de heladas blancas y heladas negras. En las primeras, las plantas y el suelo se ven cubiertos por una capa blanca de escarcha, que se produce cuando hay humedad en la atmósfera. Al contrario de lo que podría parecer, la escarcha no es perjudicial, sino al revés: al congelarse el agua las plantas se benefician de una cesión de calor que reduce el efecto pernicioso del frío. En las heladas negras se detectan daños en las plantas sin que se observe escarcha, lo que indica que el fenómeno se ha producido en condiciones de baja humedad relativa y falta de agua en el suelo.
• Si en cambio se tienen en cuenta los orígenes del enfriamiento o las condiciones ambientales dominantes durante la acción del frío se puede hablar de tres tipos de heladas. Las de advención se producen con las llamadas olas de frío, es decir, la invasión de masas de aire a bajas temperaturas, generalmente de origen polar. En las heladas de radiación, las más frecuentes en primavera, el enfriamiento tiene una doble causa: la cesión de calor por radiación de la superficie terrestre, plantas incluidas, hacia las capas altas de la atmósfera, y el contacto con el aire frío que, al ser más pesado, desciende y se estratifica en las capas más bajas. La falta de viento, humedad atmosférica y nubes agravan este fenómeno. Por último, las heladas por evaporación provocan el enfriamiento de los órganos vegetales debido a la gran cantidad de calor que exige la vaporización del agua líquida presente en la superficie de la planta a temperatura ambiente. Afecta especialmente a los órganos más delicados: yemas, flores y pequeños frutos.
¿CÓMO ACTUAR CON CADA TIPO DE PLANTA?
La marchitez y la coloración marrón o negra de los tallos, hojas o flores indican que los tejidos han sido destruidos por el frío. Visto el daño y su triste impacto en el jardín, tienta coger las podaderas y eliminar de inmediato las partes afectadas. Lo sensato, sin embargo, es tomárselo con calma, ya que para empezar esos brotes estropeados pueden actuar como abrigo del tejido vivo ante el frío y nuevas heladas. Por otra parte, que se vean hojas secas no significa necesariamente que las ramas estén muertas.
• Plantas anuales: Estas plantas herbáceas en general no suelen sobrevivir a las heladas medias y fuertes. No queda más remedio que retirarlas de los tiestos y parterres.
• Vivaces o herbáceas perennes: Muchas de estas especies pierden la parte aérea por efecto del frío, pero si son rústicas o la raíz o el bulbo están suficientemente protegidos rebrotarán sin dificultad en primavera. Si se ven demasiado antiestéticas se pueden recortar al ras. Ten en cuenta que incluso secas algunas ejercen un papel ornamental en el jardín de invierno, con lo cual puedes postergar la poda hasta finales de febrero.
• Leñosas: Los arbustos y árboles de origen tropical y subtropical sufren notablemente con las heladas medias y fuertes. Los tropicales puede que no se recuperen. Los segundos, y los que aun no se han aclimatado lo suficiente, suelen sufrir daños severos. Las demás especies se verán afectadas según su grado de rusticidad. Eliminar mediante poda las partes afectadas es el único remedio, aunque en el momento apropiado.
CUÁNDO Y CÓMO PODAR LAS PLANTAS QUE SE HAN HELADO
No conviene podar hasta que el riesgo de heladas haya pasado, ya que las partes secas protegen al resto de la planta del frío. Además, podar en invierno podría causarle mayor daño aún al ejemplar, ya que produciría brotes que serían todavía más sensibles a nuevas heladas, de cuyo efecto le sería difícil recuperarse. Por lo tanto, siempre conviene esperar a que genere brotes en primavera, momento en que se podrá observar qué parte de la planta está viva para potenciar mediante la poda esa zona. Hacerlo antes sería podar a ciegas y tal vez cortar más de lo necesario. Únicamente así la poda será proporcional al daño real causado por la helada: ligera si solo ha afectado parte del follaje; severa o de renovación total si solo ha sobrevivido la raíz, como ocurre con algunos arbustos.