Características y cuidados del Viburnum tinus (durillo)

Características y cuidados del Viburnum tinus (durillo)

El Viburnum tinus, conocido popularmente como durillo, laurel salvaje, marfull o laurentino, es un arbusto perennifolio originario de la región mediterránea, que se caracteriza por su gran resistencia y su atractiva floración invernal.

En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre sus características y cuidados, para que puedas disfrutar de esta planta en tu jardín o terraza.

 

Características del Viburnum tinus

El durillo es un arbusto que puede alcanzar los 3 metros de altura, aunque también se puede podar para darle forma de árbol pequeño.

Sus hojas son ovaladas, coriáceas, de color verde oscuro y brillante por el haz y más claras y peludas por el envés.

Sus flores son blancas, pequeñas y aromáticas, y se agrupan en inflorescencias terminales con forma de umbela, que aparecen desde finales del invierno hasta la primavera.

Sus frutos son unas bayas redondas, de color azul oscuro o negro, que contienen una sola semilla no comestible.

El durillo es una planta muy utilizada en jardinería, tanto para formar setos como para decorar macizos, borduras o rocallas.

También se puede cultivar en maceta, siempre que se le proporcione un buen drenaje y un tamaño adecuado.

Su principal atractivo es su floración invernal, que contrasta con el verde intenso de sus hojas y aporta color y vida al jardín en una época en la que pocas plantas florecen.

 

Cuidados del Viburnum tinus

El durillo es una planta muy fácil de cuidar, ya que se adapta a diferentes condiciones de luz, suelo y clima.

Estos son los cuidados básicos que debes proporcionarle:

Ubicación: el durillo puede crecer tanto a pleno sol como en semisombra, pero no tolera el interior de la casa. Lo ideal es ubicarlo en un lugar donde reciba al menos unas horas de sol directo al día, para favorecer su floración y evitar el ataque de hongos.

Si vives en una zona costera, no te preocupes, ya que el durillo resiste bien la brisa marina y la salinidad.

Riego: el durillo es una planta que soporta bien la sequía, por lo que no necesita riegos frecuentes ni abundantes. Lo mejor es regarla cuando el sustrato esté seco, evitando el encharcamiento.

En verano se puede regar cada 2 o 3 días, y en invierno cada 4 o 5 días. Si el durillo está en maceta, hay que asegurarse de que tenga agujeros de drenaje y colocar un plato debajo para recoger el exceso de agua.

Suelo: el durillo no es exigente con el tipo de suelo, siempre que sea fértil y bien drenado. Puede crecer en suelos ácidos, neutros o alcalinos, aunque prefiere los ligeramente ácidos.

Si está en maceta, se puede usar un sustrato universal o una mezcla de tierra de jardín, arena y turba.

Abono: el durillo se beneficia de un aporte de abono orgánico durante la primavera y el verano, para estimular su crecimiento y floración. Se puede usar compost, humus de lombriz o estiércol bien descompuesto, aplicándolo sobre la superficie del suelo o mezclándolo con el sustrato.

También se puede usar un abono líquido específico para plantas con flor, siguiendo las indicaciones del fabricante.

Poda: el durillo no necesita una poda intensa ni regular, salvo para eliminar las ramas secas, enfermas o dañadas. También se puede podar para darle forma o reducir su tamaño, pero siempre después de la floración, para no afectar a las yemas florales.

Se recomienda usar unas tijeras de podar afiladas y limpias, y hacer cortes limpios e inclinados.

 

Como ves, el durillo es una planta muy agradecida, que te recompensará con su belleza y aroma durante todo el año. Si te animas a cultivarlo, no te arrepentirás.

 

Cómo proteger tus plantas y jardín de las heladas

Cómo proteger tus plantas y jardín de las heladas

Las heladas son uno de los fenómenos meteorológicos más temidos por los amantes de la jardinería, ya que pueden dañar o incluso matar a las plantas que tanto cuidamos. Sin embargo, existen algunas medidas que podemos tomar para prevenir o minimizar los efectos del frío extremo en nuestro jardín.

En este artículo te contamos cuáles son y cómo aplicarlas.

Lo primero que debemos hacer es conocer el tipo de plantas que tenemos y su resistencia al frío. No todas las especies son igual de sensibles a las bajas temperaturas, y algunas pueden soportar mejor las heladas que otras.

Por ejemplo, las plantas perennes, como los arbustos, los árboles o las coníferas, suelen ser más resistentes que las anuales o las bulbosas, que son más delicadas. También hay que tener en cuenta el origen geográfico de las plantas, ya que algunas están adaptadas a climas más cálidos y otras a climas más fríos.

En general, podemos clasificar las plantas en cuatro categorías según su resistencia al frío:

– Plantas muy resistentes: son aquellas que pueden soportar temperaturas inferiores a -15ºC sin sufrir daños. Algunos ejemplos son el acebo, el abeto, el romero o la lavanda.
– Plantas resistentes: son aquellas que pueden soportar temperaturas entre -10ºC y -15ºC sin sufrir daños. Algunos ejemplos son el laurel, el boj, la hortensia o el narciso.
– Plantas poco resistentes: son aquellas que pueden soportar temperaturas entre 0ºC y -10ºC sin sufrir daños. Algunos ejemplos son el geranio, la margarita, el tulipán o la begonia.
– Plantas sensibles: son aquellas que no pueden soportar temperaturas inferiores a 0ºC sin sufrir daños. Algunos ejemplos son el jazmín, la orquídea, la gardenia o la buganvilla.

Medidas preventivas

Una vez que sabemos qué tipo de plantas tenemos, podemos tomar algunas medidas preventivas para protegerlas de las heladas. Estas medidas varían según el tipo de planta y el lugar donde se encuentren:

– Si tenemos plantas en macetas, lo mejor es trasladarlas a un lugar resguardado del frío, como un invernadero, un porche, un garaje o una habitación luminosa. Si no tenemos esa opción, podemos agruparlas cerca de una pared que les dé calor o cubrirlas con un plástico o una tela que les aísle del frío.
– Si tenemos plantas en el suelo, podemos cubrir el terreno con una capa de mantillo, paja, hojas secas o corteza de pino que les proteja las raíces del frío. También podemos cubrir las partes aéreas de las plantas con un plástico o una tela que les evite el contacto directo con el hielo o la nieve.
– Si tenemos plantas trepadoras o colgantes, podemos recogerlas y atarlas para evitar que se rompan por el peso del hielo o la nieve. También podemos cubrirlas con un plástico o una tela que les proteja del frío.
– Si tenemos plantas bulbosas, podemos extraer los bulbos del suelo y guardarlos en un lugar seco y oscuro hasta la primavera. Si no queremos hacer eso, podemos cubrir el suelo con una capa de mantillo, paja, hojas secas o corteza de pino que les proteja del frío.

Como recuperar las plantas afectadas por heladas

Además de estas medidas preventivas, también podemos tomar algunas medidas correctivas si vemos que nuestras plantas han sufrido daños por las heladas. Estas medidas son:

– No regar ni abonar las plantas hasta que se recuperen del estrés por el frío. El agua y los nutrientes pueden provocar más daños en los tejidos dañados por el hielo.
– No podar ni cortar las partes afectadas por las heladas hasta que se vea claramente qué partes están vivas y cuáles muertas. Podar demasiado pronto puede debilitar más a la planta y exponerla a nuevas heladas.
– Proteger las heridas de las plantas con un producto cicatrizante o fungicida que evite la entrada de hongos o bacterias que puedan causar infecciones.
– Aplicar un producto antitranspirante o antiheladas que reduzca la pérdida de agua por las hojas y aumente la resistencia al frío.

Siguiendo estos consejos, podremos proteger nuestras plantas y nuestro jardín de las heladas y disfrutar de su belleza durante todo el año.