El verano y sus altas temperaturas, en especial las tan temidas «olas de calor», ponen a prueba a los seres humanos, nuestras mascotas y, por supuesto, a nuestras plantas y jardín.
Una clave en la protección de nuestras plantas y jardín es la concienciación, es decir, ser conscientes de que en verano y, especialmente, los días más calurosos van a ser duros para nuestras plantas.
Una vez conscientes de la importancia de tomar medidas para proteger y aliviar de la calor a nuestras plantas, es conveniente ponernos manos a la obra. ¿Qué podemos hacer para proteger nuestras plantas y el jardín en general de las altas temperatuas?
El agua es vida para nuestras plantas y, al igual que los seres humanos y los animales tenemos que ingerir mucho más líquido en los meses de más calor, las plantas deben ser regadas con más frecuencia que en otras épocas del año.
El riego: cada cuanto regar
La pregunta del millón suele ser: ¿cada cuanto riego mis plantas? Por supuesto, como cada planta tiene unas características y necesidades distintas, no hay una respuesta general para todas. Pero sí podríamos decir que hay que regar con mucha más frecuencia en verano y muy especialmente los días más calurosos (las llamadas «olas de calor»).
La necesidad de riego dependerá de si la planta es de interior o exterior. De la incidencia de luz solar que recibe al día la planta. ¿Es una planta que está prácticamente todo el día a pleno sol? Entonces es posible que necesite ser regada cada día o cada 2 días. ¿Es una planta ubicada en el interior de nuestro hogar? Las plantas de interior suelen necesitar menos riego que las de exterior. Puede que no necesiten ser regadas a diario, pero será bueno comprobarlo introduciendo el dedo unos 3 centímetros de profundidad en el sustrato, si está húmedo o seco. Si notamos seco el sustrato habrá que volver a regar. Por último es necesario conocer a nuestras plantas y saber si es una planta que necesita ser regada con mucha frecuencia, con frecuencia normal o muy poco. Un ejemplo serían los cactus o las plantas crasas que no debemos excedernos en absoluto con el riego. En invierno prácticamente han de se regadas una vez al mes, pero en verano con regarlas una vez a la semana será más que suficiente.
Cómo regar nuestras plantas
Si es importante saber cada cuanto hemos de regar nuestras plantas, también lo es saber cómo y cuando hemos de regarlas (y cómo y cuando no hacerlo)
La humedad excesiva de las raíces es como veneno para nuestras plantas, sobretodo las de interior, así que es conveniente asegurarnos de que están en una maceta que drene bien. Para ello podemos introducir grava en la base, debajo de la tierra, para que el agua no se estanque y termine pudriendo las raíces y matando a la planta. Otra buena técnica para regar las plantas de interior es el riego por absorción, es decir, regar empapando el plato con agua dejando que la planta absorva el agua que necesita.
Podemos aportar un extra de humedad a nuestras plantas de interior pulverizando con agua las hojas. Este hábito que también es recomendable hacer incluso en pleno invierno para compensar la sequedad que ocasionan las calefacciones en las estancias, es muy útil en los meses de más calor. No obstante hay que tener en cuenta que no todas las plantas de interior han de ser pulverizadas. Algunas son muy sensibles a la humedad y fácilmente desarrollan enfermedades derivadas por hongos, o bien sus hojas se manchan tras ser pulverizadas. Algunas de las plantas de interior que no han de pulverizarse son: la violeta africana, la yuca, la dracena, pie de elefante y las suculentas en general.
Cuando regar
En la cuestión de cuando regar nuestras plantas en verano y, sobretodo, en esos días más calurosos del año, podemos ser más categóricos. Nunca hay que regar en las horas centrales del día, y esto es así por diversos motivos. El primero y más importante porque el efecto del agua y el sol hará que las hojas y flores se quemen. Aun si cuando regamos vamos con cuidado de no mojar las hojas y flores (algo no siempre fácil si utilizamos una manguera), regar a pleno sol en días calurosos es mucho menos efectivo, ya que buena parte del agua aportada se evaporará por efecto de la calor.
La mejor hora para regar nuestras plantas en pleno verano es al atardecer, cuando el sol ya se pone y la calor da un respiro. Es entonces cuando podemos regar e incluso rociar tranquilamente las hojas con agua para refrescar a nuestras plantas sin peligro alguno.
Esto es también aplicable al riego del césped. Si usamos riego por aspersión, es buena idea utilizar un programador que inicie el riego a partir del atardecer, cuando el sol comienza a ponerse.
Siguiendo estos sencillos consejos podemos estar tranquilos de que nuestras plantas, aún en los días más calurosos del año, estarán bien protegidas y sanas.