¡Ya está aquí la planta del mes de enero! Nos referimos a la Kentia.

La palmera Kentia (Howea forsteriana) es una planta de interior con una pequeña base desde la cual sus
delgados tallos crecen portando sus suaves y elegantes hojas de palma.

Es una de las pocas palmeras que viven con poca luz y humedad, preferiblemente en habitaciones
frescas.

La Kentia es también una atractiva planta decorativa, dejando pasar la luz de forma especial entre
sus hojas.

 

Origen

La Kentia es miembro de la familia de las palmáceas. Crece en la isla Lord Howe al este de Australia entre
el follaje de grandes árboles, por lo que está más que acostumbrada a recibir poca luz.

En estado salvaje, la Kentia puede llegar a alcanzar una altura de 18 metros y una anchura de 6 metros, con largas hojas de
unos 3 metros. Sin embargo, las variedades cultivadas responden a escalas más modestas.

 

Cuidados básicos

La Kentia es una de las pocas palmeras que toleran bastante bien las estancias poco iluminadas.

Si las hojas pasan del color verde pálido al amarillo, significa que está obteniendo demasiada luz.

Si se desarrollan pocos brotes verdes quiere decir que la Kentia está situada en un lugar
demasiado oscuro.

Se siente más cómoda con el sustrato ligeramente húmedo, pero al mismo tiempo no debe de estar
tan mojada como para que haya agua al fondo de la maceta.

Poniéndola bajo la ducha o situándola bajo una lluvia ligera ayudaremos a la Kentia a refrescarse y
a prevenir la plaga de la araña roja.

Le encanta que rocíes con agua pulverizada sus hojas.

Puedes retirar las hojas amarillas, viejas o feas de tu Kentia.

A la Kentia le gusta mantenerse a temperatura ambiente, por debajo de 10 ºC hace demasiado frío
para ella.

Puedes abonarla cada quince días entre abril y septiembre para asegurar su crecimiento. Durante
el invierno la planta no crece, y por lo tanto no necesita abono.