¿Qué has hecho mal para que esa planta que tanto te gusta haya perdido lustre y parezca a punto de morir? ¿Tenías claro cómo había que cuidarla?
Cada especie tiene sus propias exigencias, así que la primera medida que tienes que tomar para que una planta te dure mucho tiempo es informarte bien. En general, uno de los principales errores que se cometen en el cuidado de las plantas está relacionado con el riego.
A continuación vamos a considerar cuales son los errores más frecuentes a la hora de regar nuestras plantas y cómo debemos regarlas para que el éxito esté asegurado.
Exceso de riego
Un riego excesivo suele ser más perjudicial para las plantas, incluido el césped, que la falta de agua, ya que puede privar a las raíces del oxígeno que necesitan y provocarles asfixia. Además, su acumulación en terrenos mal drenados, si se trata del jardín, o en la base de los tiestos, puede facilitar el desarrollo de patógenos como la Phytophthora, cuyo efecto es letal, o de hongos del suelo que producen manchas amarillentas o secas en las hojas, especialmente en las plantas de interior (palmeras, potos…). En el caso de los cactus y crasas, el exceso de agua sumado al frío puede condenarlos sin remedio.
Falta de agua
Regar lo justo las plantas no implica someterlas al estrés de la falta de agua. Las que viven en tiesto corren mayor riesgo de quedarse secas. En el jardín, salvo que sean plantas xerófilas bien implantadas, la ausencia de riego puede provocar la desecación de las hojas y daños irrecuperables por defoliación. En el caso de las herbáceas y los árboles y arbustos delicados o recién plantados, la falta de agua sumada a una subida fuerte y repentina de la temperatura ambiental puede provocarles un golpe de calor; las vivaces y leñosas pueden perder mucho follaje, pero con los cuidados adecuados probablemente se recuperen; las anuales no podrán recobrarse.
¿Cómo regar?
• A qué horas regar. En los momentos más calurosos del día, la mayor parte del agua de riego se evapora. Regar por la noche, o a primeras horas de la madrugada, es mucho más aconsejable. Además se evita quemar las plantas por el efecto lupa del sol sobre las gotas.
• Un riego adaptado a las características del suelo. Deberá ser más frecuente y abundante en suelo arenoso, donde el agua se infiltra rápidamente, y más lento y espaciado en suelo arcilloso, de baja infiltración.
• Un riego adaptado al clima. Los programadores de riego permiten regar en el momento deseado y durante el tiempo necesario. Pero no es eficaz mantener el mismo programa de riego apto para el verano de mayo a septiembre. Conviene hacer ensayos de reducción de riego. Las plantas pueden tolerar periodos más o menos largos sin ser regadas, sobre todo si se las va acostumbrando progresivamente.
• Regar bien, pero menos veces. Es mejor regar las plantas en su base, a fondo, para que el agua llegue a las raíces, y de forma espaciada, que hacerlo de forma ligera y más a menudo. En el primer caso, las raíces tenderán a bajar más profundamente buscando el agua y la planta se hará más resistente.