Cuando llega septiembre y las primeras brisas frescas anuncian el cambio de estación, es el momento perfecto para transformar nuestro jardín con las flores más representativas del otoño.

Los crisantemos y asters no solo ofrecen colores vibrantes cuando muchas otras plantas comienzan su declive, sino que aportan textura y volumen únicos que pueden mantener nuestro espacio exterior lleno de vida hasta bien entrado el invierno.

 

Los crisantemos: protagonistas versátiles del otoño

Los crisantemos son, sin duda, las flores más asociadas con esta época del año, y por buenas razones.

Su resistencia al frío y su floración prolongada los convierten en aliados perfectos para cualquier jardín otoñal.

Lo que más sorprende de estas plantas es su increíble diversidad: desde las variedades pompón con sus flores perfectamente esféricas hasta las decorativas con pétalos largos y elegantes.

Una técnica muy efectiva para conseguir plantas más densas y floríferas es el pinzado de brotes durante el verano. Al eliminar las puntas de crecimiento en julio, forzamos a la planta a ramificarse más, obteniendo como resultado ejemplares más compactos y con mayor número de flores. Esta práctica, aunque puede parecer agresiva al principio, marca una diferencia notable en la calidad final de la floración.

Los colores disponibles abarcan toda la paleta otoñal: desde amarillos dorados y naranjas vibrantes hasta rojos profundos, blancos puros y púrpuras intensos.

Para crear impacto visual, es recomendable agrupar plantas del mismo color en números impares y jugar con diferentes alturas, colocando las variedades más altas en el fondo y las compactas en primer plano.

 

Los asters: estrellas naturales de final de temporada

Los asters aportan un carácter más silvestre y natural al conjunto otoñal. Sus pequeñas flores estrelladas, que pueden parecer modestas individualmente, crean un impacto espectacular cuando se plantan en masa.

Además, son especialmente valiosos para la fauna del jardín, proporcionando néctar a abejas y mariposas cuando pocas otras flores están disponibles.

Su capacidad de naturalización es excelente, lo que significa que año tras año se expandirán creando colonias cada vez más espectaculares.

 

 

Combinaciones cromáticas exitosas

La clave para una decoración otoñal exitosa está en trabajar con la paleta natural de la estación.

Una combinación clásica que nunca falla es mezclar crisantemos en tonos cálidos (amarillos, naranjas, bronces) con asters en colores fríos (púrpuras, violetas, blancos). Este contraste térmico crea dinamismo visual y refleja perfectamente los colores del atardecer otoñal.

Para jardines de estilo más naturalista, los asters violetas combinan magníficamente con crisantemos en tonos tierra, complementados con gramíneas ornamentales como miscanthus o panicum, que añaden movimiento y textura al conjunto.

En espacios reducidos, las macetas permiten experimentar con diferentes combinaciones y crear puntos focales móviles.

Una composición efectiva puede incluir crisantemos pompón como protagonistas, asters como relleno y alguna planta de follaje decorativo como complemento.

 

Aspectos técnicos a considerar

El éxito con estas flores depende en gran medida de elegir variedades adaptadas a nuestro clima local.

No todos los crisantemos tienen la misma resistencia al frío, por lo que es fundamental informarse sobre la rusticidad de cada variedad antes de la plantación definitiva. En nuestro centro de Jardinería estaremos encantados de asesorarte.

En cuanto al suelo, ambas especies prefieren terrenos bien drenados pero que mantengan cierta humedad. En macetas, es crucial asegurar un buen drenaje para evitar encharcamientos durante las lluvias otoñales, lo que puede causar pudrición de raíces.

El riego debe ir reduciéndose gradualmente a medida que avanzan hacia el invierno, pero sin llegar nunca a la sequía total durante la floración.

Un fertilizante equilibrado aplicado al inicio de la temporada suele ser suficiente para mantener una floración abundante.

 

Mantenimiento y cuidados específicos

Durante la época de floración, es beneficioso eliminar las flores marchitas regularmente. Esto no solo mantiene un aspecto más ordenado, sino que prolonga la producción de nuevas flores. Al finalizar la temporada, los tallos pueden cortarse dejando unos 10 centímetros desde la base para proteger el punto de crecimiento.

Una práctica interesante es cortar flores para uso interior. Los crisantemos y asters son excelentes flores de corte que pueden durar más de una semana en florero, llevando los colores del otoño al interior de casa.

El otoño no tiene por qué significar el fin de la belleza en nuestro jardín. Con estas dos especies como protagonistas, podemos disfrutar de un espacio colorido y vibrante que nos acompañe durante toda la estación, creando ese ambiente acogedor tan característico de los meses más frescos del año.